París, 17 de noviembre de
1975
Querido Yamil,
En respuesta a su carta y a su
preocupación, he decidido mantenerlo al tanto, en cuanto a mi tratamiento se
refiere. Por el aprecio y la confianza
que le tengo no omitiré ningún detalle, ni sentimentalismo por más escandaloso
o grotesco que parezca.
Hace algunos días, por
solicitud de Nabîl, mi amigo y consejero
personal, ya conocerá usted sus caprichos, decidí ir donde su médico. Salimos de
París, con bastante tiempo, eran casi las 8 de la mañana cuando emprendimos
el viaje hacia Londres. He de confesarle, que estaba
algo preocupado por el diagnostico, que aquel famoso doctor tendría reservado
para mí. Me conozco lo suficiente y parte de mí, insiste en que más allá de ser
un quebranto de salud, puede tratarse de algo peor.
Luego de varias horas de camino, llegamos
Londres, caminamos un poco y tocamos en su consultorio. Ya nada me sorprende,
así que para mí, no fue extraño el hecho de hallarnos frente a la puerta de un psiquiatra. Créame que
si no le tuviese miedo a estar loco, o si no estuviera al corriente de mi situación, me
hubiese molestado profundamente.
Entré a la sala, en ella se
encontraba una mujer de cabellos blancos y alborotados, también un joven de muy
buen semblante. Antes de
empezar a detallar sus comportamientos, el doctor entró y me
llamo hacía una habitación. Más que un consultorio, parecía un estudio.
No podría describirle en una sóla carta cómo
fue la consulta, pero he de decirle que por momentos creí extinguirme. Si en aquellos momentos me hubiese ahogado en sentimientos, lo haría sabiendo que ellos están para recordarnos lo tontos que
somos. Con el respeto que ambos nos merecemos, extrañe
su compañía y la fortaleza que usted me inspira.
Volveré cada vez que mi
situación económica me lo permita, sabe usted que ya no dispongo de la fortuna de mi
padre, así que sólo puedo contar con lo que los libros me dejen como ganancia. Mientras le escribo, aún
tengo en mis manos la carta que recibí. La conservo, porque espero algún día poder entregársela personalmente y terminar de contarle lo que allí sucedió.
Ahora no puedo entrar en
muchas consideraciones, deben estar esperando por mí en el comedor. Por hoy, esto será todo lo que le contaré.
Con afecto,
Orian
Gracias por la visita, intenté encontrar la opción de seguidores pero no la veo.
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo desde Uruguay!
Hola, ya la habilité :)
EliminarMe estré pasando por tu blog, tu propuesta es muy interesante. Saludos
Abrir la puerta del gabinete de un psiquiatra es tentar al diablo.
ResponderEliminarA veces no hay otra solución.
Tentar al diablo y a lo más oscuro que habitan en nosotros.
EliminarGracias por tu comentario.
Mucho realismo. Narrar en primera persona tiene ese resultado, pone al protagonista como narrador, haciéndolo parte de la historia. Me hacer recordar un libro de Vargas Llosa "cartas para un joven escritor".
ResponderEliminarGracias por tu vivista en el blog.
Saludos.
Estaría mintiendo si no te dijera que para este texto; Wilde, Stoker, Rilke y Llosa han sido mi inspiración.
EliminarGracias por el comentario.
Gracias, Felipe, por dejar la huella de tus palabras en mi rincón, y darme la mano para venir hasta el tuyo, quiero descubrir tu manera de transmitir, por eso me quedo un ratito entre tus letras.
ResponderEliminarUn beso.
Eres bienvenida siempre!
EliminarBueno, muy bueno.
ResponderEliminarAbraço.
Muito obrigado :)
EliminarYa encontré la opción habilitada, me quedo para seguirte.
ResponderEliminarAbrazos.
Tu visita a mi Blog me ha permitido conocer el tuyo, así que seguiré tus entregas, que por lo que he visto, prometen ser interesantes. Felicidades en este intento.
ResponderEliminarUn abrazo desde España.
Muchas gracias! siempre bienvenido por acá
EliminarTienes un abanico amplio de textos y eso no es fácil.
ResponderEliminarVolveré, besos, gracias por tu vista.
Eres bienvenida siempre.
EliminarAgradezco tu visita a mi sendero y te devuelvo la visita con gusto, más al descubrir que tus letras son muy buenas y tu espacio lleno de contenido.
ResponderEliminarPor aquí me quedo siguiendo tus escritos.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu apreciación y bienvenido.
EliminarHola Felipe. Interesante carta-relato, deja un cierto hermetismo la consulta. Claro que por tratarse de un psiquiatra convengamos que la mente sacó a relucir su intrincando y oscuro mundo.
ResponderEliminarDejo mi huella en seguidores para no olvidar el camino de regreso para seguirte leyendo.
Un gran saludo desde Argentina.
Me resulta muy cuerdo y sensato como para repetir más consultas al psiquiatra. Es una carta diferente.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu visita y comentario.
Hay sensaciones, sentimientos, que se expresan mejor de viva voz. Las palabras no siempre les hacen justicia, o nosotros no las manejamos de la mejor forma.
ResponderEliminarSiempre me pareció asombroso escribir ciertas cartas, quizá las sinceras sean las que más cuestan de salir.