miércoles, marzo 13, 2013

Náufrago


En noches como las de hoy, siento como si mi juventud hubiese partido. Como si el peso de mi nostalgia, pintara con polvo blanco mis cabellos, mi vida y mis pensamientos.  

Siento pena por mí. Miro debajo de mi frazada, y solo escucho risas inocentes de niños grandes. Levanto la mirada; sobre aquella frazada, viaja un naufrago esperando a ser silenciado por la crueldad de las olas.

La salinidad, termina de resecar mis labios. Me siento a descansar pero no puedo, el mar ahoga mi garganta y sumerge mi pecho en una lenta y sobria pesadez. Al igual que mis ideas, mi respiración se hace ciega, casi como un movimiento torpe en la oscuridad.

No conozco a nadie, no recuerdo sus nombres. Al igual que el naufrago, muchos amigos han partido. Ella se ha ido con palabras que aún no dije, con la ilusión de un amante que aún no recorre mi desnudez.

Tal como la juventud que sólo llega una vez, transcurren en la vida las oportunidades. Con las huellas del tiempo y los azares del mundo, pensar en las palabras guardadas, en los besos no robados o en las caricias coleccionadas para mi, resultaría ahora, insensato.  

Si aquel naufrago se atreviese a preguntar por la edad de mi corazón, arrugaría la frente y dejaría clara la ausencia de una brújula en nuestro viaje.

Ciertamente, he querido volver al principio, caminar nuevamente descalzo, correr con el corazón en la mano y levantarme con la emoción, que producen aquellas molestas mariposas en el estomago, pero de aquello sólo queda un vago recuerdo. 

Ya no me cuestiono. Con los ojos cerrados y con mis labios aún pegados entre sí, susurro las cosas que no dije antes, las palabras coleccionadas, las caricias no entregadas, las cosas por las que aún sigo esperando. 




domingo, marzo 10, 2013

Pronóstico


A veces mi mamá suele pronosticar lluvias. Me refiero a que puede decir si va a llover o no, en la mañana del día siguiente. Se para en el patio, mira hacia el cielo y me dice con ternura: - Pipe mañana va a llover. 

La miro con escepticismo, pero me hace feliz verla usar el cielo como cómplice en sus predicciones. La observo mirando fijamente al cielo, con los ojos puestos en las estrellas y con su cabello negro y brillante y me pregunto cuántas veces ella lejanamente ha podido pronosticarme un día gris.